Martes 20 de Marzo de 2018 Los embajadores quedaron atónitos con la sonora flatulencia en la casa rosada |
ESCÁNDALO PRESIDENCIAL
Cientos de empresarios y políticos chinos arribaron ayer a las 11:00 a.m. a la Casa Rosada para negociar la venta y exportación de ferrocarriles. Hubiese sido un grato momento para la nación, si el estómago de nuestro representante no hubiese decidido actuar en ese momento. Aparentemente, la comida asiática ofrecida por los embajadores en el almuerzo no le sentó para nada bien. Las continuas pausas que hacía, evidenciaban que no se sentía de lo mejor, pero eso no impidió que continuara con su texto. Cuando estaba a punto de finalizar, una repugnante y duradera flatulencia se escapo de lo más profundo de la autoridad.
El eco causado por la flatulencia recorrió
todos los salones y oficinas del Palacio de Gobierno, como si se tratase de
un grito en una cueva. Seguido de eso,
un frío silencio, acompañado por los lápices de los reporteros que escribían a
toda marcha. El presidente pretendió que nada había pasado, y continuo con su
largo discurso. Al finalizar, todo el comisionado estaba con la boca abierta, y
no por las palabras que habían escuchado.
Cuando bajó del estrado, fue cegado por las
cámaras y aturdido por las preguntas de los periodistas: todos los medios de
comunicación querían saber más sobre el escándalo internacional que estaba
ocurriendo. Para evitar arruinar toda la junta, tuvo que pensar rápido. Cuando
tuvo la oportunidad, se escabulló hacia su oficina.
·
Buen
Intento
Al parecer, la noticia
no tardó en llegar al oído público, estaba en las noticias. Seguramente, en ese
momento, el pánico ya había inundado la mente de nuestro gobernante.
La última opción que quedaba era ir hacia
la situación y afrontarla. Con ayuda del cuerpo de seguridad, pudo llegar al
salón donde se encontraban los embajadores y la prensa. Leyó algunas palabras
que había escrito posteriormente en su oficina.
El sermón fue serio, al mismo tiempo que
emotivo. Todo el mundo parecía feliz, pero era solo una mueca del destino. Al
retirarse hacia la oficina donde se firmarían los papeles necesarios para
terminar la negociación, el mandatario se tropezó con la costosa alfombra del
pasillo, lo cual causó, que todos los embajadores se cayeran, como un dominó.
Los embajadores se retiraron
inmediatamente, totalmente ofendidos. La reunión llegó a su fin, al igual que
una oportunidad de negocios que pudo haber contribuido al país.
¡Muy bien, Luciano!
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