Había una vez en el centro de la Provincia de Buenos Aires, en un pequeño apartamento de dos ambientes, segundo piso por escalera, una hermosa joven llamada Carmen Julieta de Las Cenizas, apodada “Cenicienta” por sus vecinos. Una amante de los animales, la comida chatarra, la alfarería, el reguetón y los videojuegos. Sueña con ser diseñadora de modas. La pobre Cenicienta se ganaba la vida como empleada pública, hasta que una oportunidad irrechazable llegó hasta sus manos: una beca en la más prestigiosa escuela de costura de Europa. Hasta aquí un pequeño resumen, pero no todo era color de rosas… Su apuesto novio, joven, millonario, heredero y político en ascenso, le había propuesto hacía pocos días, ir a vivir juntos en su nuevo loft de Puerto Madero, una camioneta nueva, una tarjeta de crédito ilimitada, la posibilidad de no trabajar más y una vida sin preocupaciones. La gran duda era sacrificar su sueño o entregarse al amor. Largas noches de confusión y ansiedad fueron los motivos para que nuestra Cenicienta tomara la decisión de escribirle una carta:
Y colorín colorado, nuestra Cenicienta de la ropa se fue a la vieja Europa.
Querido Martín:
He tomado la gran decisión de viajar a cumplir mi deseo. Agradezco todo el apoyo que me diste. Prometo llamarte y enviarte postales.
Besos.
Carmen Julieta.
Muy bien, Luciano. Muy buena historia.
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